sábado, 28 de junio de 2014

Capítulo 6 “Desde el dolor”



Con la tristeza, con la duda, con la oscuridad, con la mentira, con las pesadillas se puede salir adelante siempre.
Con la tristeza, porque la alegría oficia de equilibrio, de remedio ante semejante sensación. Triste es la secuencia de vernos deshechos de distancia, mientras las esquinas lloran nuestra ausencia, nuestro devenir y esa falsa verdad que reinó por un instante.
Con la duda, porque la certeza necesita emerger hasta encontrarte, cálida, muerta en el lecho de mi pecho, que late desesperado, taciturno y acongojado, pero con ganas de sentirte, nuevamente, en el cielo, cuando abro mis ojos y miro hacia arriba.
Con la oscuridad, porque iluminarte es un deseo después de ese torbellino que removió el costado más sensible de ambos. Oscuro es el cuarto donde escribimos amor en las paredes, en los rincones y en las sábanas que aún respiran nuestros nombres.
Con la mentira, porque la verdad es este amor que nació del anonimato y el encuentro, casual, de dos verdades puras, que se amaron con fervor, en medio de tanto caos y reverdecer. Las mentiras son ensayos simulados por los que odian al amor, tácitamente, con toda su fuerza, para conquistar amores ya realizados.
Con las pesadillas, porque los sueños son verbos que soñamos todo el tiempo, desde que Dios nos otorgó la misión de ser un camino y librarnos de tanta malicia, tanta falsedad y carencia de sincericidios. Soñarte entera, mientras me duermo despierto, es besarle la boca al tiempo y coronar en semillas que florecen en atardeceres nocturnos, este invierno que nos evoca en cada abrir y cerrar de ojos.
Desde el dolor se puede afirmar que nos amamos… Que duela implica que resulte significativo, impoluto, vital para seguir cantando canciones al unísono.
Las historias pesan cuando no se concretan, el silencio es salud cuando no lastima y el cielo es real cuando el amor se vuelve conjugación y materialización espiritual, entre dos unidades que constituyen la gran unidad universal.
Está escrito en tu cama, en diversas esquinas que nos abrigaban cuando la crudeza de la estación fría se aproximaba, en amaneceres que recuerdan nuestras respiraciones, intensas, bajo las mantas, mientras el afuera era complemento del escenario que se volvía un paisaje, casual y secundario, de esa repetición serial de besos elevados a la enésima potencia.
Hay lugares y momentos para todo y para nosotros, es una sumatoria de latidos que bailan, locamente, la danza secular de la aritmética del amor, que no tiene forma y que es incalculable para los mortales.
Y sonarán arpas, vientos y armonías por doquier, mientras el sentimiento no sea asesinado por quienes vivimos dentro de ese refugio de vértigo, pasión y naturalidad, la historia seguirá teniendo sentido, porque seguiremos ascendiendo hacia las manos de Dios, nuestros cuerpos, desnudos, bañados en celestial color, flotarán decididamente en el éter y no habrá temores, vicisitudes ni momentos para decirnos que nos perdimos en el hastío y el desencuentro.
No me quedan perdones en el tintero, porque perdón he de pedirte siempre… perdón por no haber terminado el mundo que quiero para vos, por no disponer de todo el tiempo para amar y por no poder dar nada más que estas modestas líneas que escribo en tu nombre, que es el nombre del amor de mi vida.
Un beso y a la cama, un sueño y a tus sueños, un adiós y a tu vientre.
Todo sube por efecto de una causa y nuestra causa es el amor… te espero siempre, porque no te encontré nunca y, ahora que hablamos el mismo idioma, sólo quiero hablarte de amor, de vos y de mí.
Tengo una vida vivida y mil resurrecciones, producto de tu boca llena de fe.
No me dejes morir y vivir para vos, junto a vos.

lunes, 16 de junio de 2014

Capítulo 5 “Aroma a amor”



Conocernos, el acto más puro, más sincero, más inocente. Todo empezó sin comprenderlo, a veces, sin meditarlo, un abrazo puede cambiar el curso de la historia, el sentido de las agujas del reloj y el ritmo cardíaco del tiempo.
La música era la que hablaba de los dos, del desencuentro que interrumpía el vital trascender de un amor en vísperas de volverse tangible.
Alguna vez, los llantos se habían encontrado en alguna esquina, quizá los besos vagaban, perdidos, por algún callejón repentino y vos y yo, no nos enterábamos de la verdad desnuda, del gris imperante, de la lejanía ascendente y del remedio para esos males.
Los momentos se acumulaban, los dolores se atenuaban con otros dolores y el silencio nos mentía, nos acariciaba, nos desorientaba.
Y adonde podía Dios juntarnos, sino donde el amor es posible y la acción es concretarlo sin dudar, sin temer y sin partir a buscar un destino que ya estaba escrito y que hablaba de nosotros. Yo encendí el fuego de tu mirada perdida, mientras el dulce devenir de la calle casual, oía el sonido de nuestros pasos, cercanos, a merced de la quimera dorada. Nos decidimos a trascender las condiciones y volamos, sin temores, lejos y más lejos de todo, sumidos en la sal de un mar de acontecimientos atravesados por un azar, causal, disparador de lenguajes simbólicos, rutilantes, embelesados por una realidad contundente.
En los sueños encontramos fragancias irresistibles, pictóricas caminatas por lugares irrepetibles, fundamentos y melodías sanadoras para nuestros cansados corazones… Todos los astros derramados en la cama, perfumando de amor los rincones, coronando un sol que bosteza resolana en tu ventana, en una esquina desolada, donde florecimos al compás de un beso que nos hizo inolvidables.
Ahora es tiempo de fortalecer el tiempo, desenmascarar lo ocasional para volverlo permanente y bailar, tomados de la mano, el vals de los que se enamoran sin fines, porque el amor no termina cuando se da el ultimo beso o se hace presente la distancia, sino que se transforma en deseo y alegoría celeste, viajando a la velocidad de la luz, en nuestros corazones urgidos de sonrisas y acuarelas.
Algunas enfermedades se curan con medicinas, otras con el simple hecho de curarse y nosotros aprendimos a reflejarnos en el espejo de la mirada, para sanar cada grieta que la desventura nos hubiese ocasionado.
Estar enamorado es poder verme desnudo frente a vos, sin temor a sentir miedo. Es dejar que el aliento se ahogue en tu respiración hasta morir de amor. Es sentir, sin timidez, que la inocencia dura lo que un encuentro entre dos mortales que se inmortalizan.
Anochecí un día con la música de tus manos en mis mejillas y amanecí una noche abrazado a tu cuerpo vestido de besos alados, que brillaban en los rincones de tus menguados sueños repletos de historia.
Cantatas de sombras, bosques y carcajadas noctámbulas, mientras el rubor irrumpe en mi cara, cuando quiero decirte que te elijo con convicción, porque estás a mi lado ahora y que te volvería a elegir, desde que te bauticé amor de mi vida; y es que mi vida dura un santiamén y muere cuando empieza a vivir en tu boca colmada de estrellas y cosmos que pintan nuevos bríos en nuestros cuerpos llenos de endorfinas.
Agradecerte es rogarle a Dios que siga regando amor en nuestros horizontes, hasta reverdecer la temprana mirada que quiero regalarte todos los días que nos queden por vivir.
Hay aroma a amor en estos tiempos, es urgente apoyar mi cabeza en tu pecho y contarte, mientras siento latir mi pecho a punto de estallar en palabras, que la fe mueve montañas y que nuestro destino es fecundar la fe.
El sueño, dicen los alquimistas, se construye cuando lo real y lo geométrico coinciden en un punto, donde la razón es una quimera y el cielo un oprobio… ahora estás acá, dormida en mi abrazo, tentando a mi voz a decirte lo que mis palabras, llenas de vergüenza, no se animan a pronunciar.
Afirmar que estoy enamorado de vos, es mentirte… expresar, con precisión, lo que sucede, es equívoco y pura fantasía. Ahí, en ese lugar, nació este imposible causal, el verso de la pluma enamorada, el rencor de la metáfora absoluta, la fracción de tiempo que dura un beso de esos que no concluyen, porque recién están naciendo.
Son los primeros… son los de siempre… son eternos aunque parezcan perecederos.

miércoles, 11 de junio de 2014

Capítulo 4 “Soñar que el sueño se sueña”



Sólo empezar estas líneas, sencillas, con un te extraño tenue, con un dejo de suspiros y trascendentales ocasiones para repetirte, todo el tiempo, que haber experimentado el sueño con vos, es verosímil y un pulso repentino y repetitivo.
Salgamos a pasear el mundo, dibujemos un itinerario de ensoñación en cada segundo que nos toque vivir, pintemos nuestras fantasías, cantemos la canción de amor.
Brillemos en todo momento, preguntémosle a Dios acerca de nuestro destino, de nuestra realización, del día en que nos conocimos como dos mitades que se hicieron el instante universal, cuando la noche se acuesta a dormir en nuestras camas y nos libera de toda pena, entre voluntades que no comprenden que estamos, en este mundo, para enamorarnos perdidamente.
Hace una vida entera que vengo masticando tu nombre, mientras lo escribo junto al mío y lleno tu corazón, herido, de besos sanadores y ceremonias florecientes.
Fueron los elucubrados momentos de emoción, el rapto de emotivo encuentro, mientras moría de ganas de abrazarte y vos, alada, descansabas sobre las olas innumerables y la sal condimentaba tu piel aterciopelada. De la vida, la música y las pasiones derivan los encuentros de quienes, a menudo, se desorientaban y no lograban volverse esa indescriptible fenomenología que agiganta los pasos, decisivos, hacia el amor definitivo.
Yo te supe entender como el camino hacia mi felicidad, vos me supiste mostrar la felicidad y me enseñaste que amar no es un simple verbo.
Apenas tengo mis dulces y sinceras ganas de poner al sueño a soñar que sueña…
Todo lo demás sos vos en vida, sumamente vos, toda entera, toda ambulante y brillando en la oscuridad, mientras fileteo tu cuerpo desnudo, lo visto de colores vivos que te quedan pintados, te vuelven el amor de mi vida y, al verte así, te bautizo amor del resto de vida que me queda por vivir.
Éramos dos, éramos parte de un todo compuesto por millones, nos elegimos entre la mortalidad, nos encontramos en medio de tanto desencuentro, nada nos dijimos… todo lo empezamos a sentir con frenesí y fue suficiente para iniciar el viaje perfecto.
Cuando menos espera uno, más pronto sucede y el caos muere en manos de una sola palabra.
Pasaron las lluvias, los torbellinos, los muros… era la historia de un solitario acorazado y una pequeña musa que no se animaban a sentir.
Ahora saltamos de júbilo, nos permitimos reír a carcajadas, caminamos de la mano, nos entristecemos cuando la distancia nos obliga a extrañarnos. A veces quiero invitarte al fin del mundo, otras creo que es desatinado, a veces me pregunto si seré tu presente a secas o si el sobrenombre que le pusimos a este encuentro, tan gratificante, es futuro.
Llovemos al compás del tiempo, jugamos a los enamorados, bebemos café en las mañanas, parece que todo ha cambiado, parece que no hay más remedio… prefiero arriesgar siempre, a morir de rodillas y clamando una tregua al tiempo tirano.
Te invito a seguir soñando, no tengo más que fe en nosotros, por algo Dios nos ha cruzado y sentir se vuelve hermoso.
Tengo un mundo de sinceridad y una verdad sincera… Soñar no cuesta tanto, sino que duele al ser un simple sueño y, por eso, te quiero ver dormir soñando, mientras el tiempo se esconde y nos permite, por un suspiro más, seguirnos amando, aunque nada nos digamos aún.
Soy toda la historia que no recordás, porque la vivís en cada santiamén en que cierro mis ojos para evocarte, mientras bailás el ritmo de tu vitalidad y te dejás ver, inmaculada, en ese retrato que todavía no termino, porque recién está empezando.
Acá estoy, porque ahora estamos, ahora soy porque somos… y todo es, porque vos sos y eso alcanza para sentirme un sueño profano, un suspiro en tu ventana o una resurrección en tu piel, que llevo conmigo ahora, mientras recuerdo la noche de anoche, cuando empezamos a soñarnos.

sábado, 7 de junio de 2014

Capítulo 3 “El paseo inmortal”



Son distintos los elementos y semejantes las intenciones, el color, la textura, el tono de voz, los derroteros, las sensaciones…   Hay un disco de David Bowie girando, hace ya un buen rato. La declamación no siempre es suficiente y precisa, a menudo el repertorio muta y sustenta su transformación en el cambio, repentino, de las miradas que se agitan con frenesí, al compás de un deseo fervoroso.
Hay postales inesperadas y difíciles de omitir; entre el combustible y el comburente en una probeta de dimensiones extrañas, es posible la realización de lo inexplicable.
Aún no asoma San Valentín y el escenario empieza a denotar sinceros colores, un compendio de entramados y matices, cuyo degradé emula el color de la música. La historia es un respaldo de enormes sinsabores, el tiempo es una mentira que nos miente por placer, mientras en la ciudad descansan nuestras ilusiones latentes.
Te miro venir y todo se vuelve experimental, irremediable y exponencial… un repentino horizonte asoma detrás tuyo y mis manos empiezan a temblar junto con todo mi cuerpo, una aceleración de átomos permanente, un estado ideal de la materia, un crecimiento serial de la química corporal.
Nos dijimos mucho con tres acordes y un beso postergado… te dije secretos al oído e inventaste un lenguaje nuevo, que me encargué de aprender, desde que posé mi mirada en un norte vestido de vos.
Sin esperarte apareciste y, a partir de ahí, fue todo un silencio infinito. Ya no era necesario el vocabulario ni el idioma… los besos eran nuestra forma de hablar. Una sincronización exacta que fundió a un haz de luz con un verso anónimo, dando nacimiento a un amor de probeta casi tan inmenso como las olas que bailan al son del diluvio universal.
Etéreos, danzantes, bucólicos, inertes, corpóreos, azulados y embelesados, caminamos por el desfile de multitudes anónimas, nos elevamos sin notarlo, la escena es de antología.
Ya han pasado un puñado de hermosas canciones, sigo pensando, sin detenerme un segundo, en nosotros, en una escultura hecha a base de promesas y prosas indefinidas.
La respiración es un sinónimo de nosotros, un momento en que todo se vislumbra como efecto de causas innatas, una suerte de fenomenología romántica, atravesando a dos seres mortalmente inmortales, producto de un amor que les otorga la potestad de no dejar de respirar nunca.
Bastó un simple abrazo o, tal vez, la pureza de los elementos que nos constituyen, el sonido de la ternura, evocando un par de manos que se aprietan con alegría, mientras contemplan el atardecer, fundidas en el soliloquio de las plegarias.
Somos el instante superlativo, cuando te miro a los ojos, apartando tu flequillo a un lado y te confieso mis ganas de recorrer la geografía de tu piel dormitando, mientras el vals perdura y la noche se detiene a contemplarnos sonrientes, llenos de todo y envueltos en cielo imaginario.
Entonces creamos el laboratorio, mezclamos las virtudes más determinantes y nace lo que nos define, lo que nos identifica, lo que trasciende la lógica y la razón de ser, porque de ser, pasamos a ser más de lo que podemos ser y fundamentamos la existencia del ser, otorgándole la posibilidad de ser, a las cosas que no logran ser.
Y no hay imposibles, apenas si surgen contingencias paranormales, donde ni la ciencia, ni el rigor metodológico, ni la comprensión alcanzan, pues la fe nos origina y nos sostiene, nos eleva y nos permite sentir lo que nadie siente, porque somos esa unidad conjugada en hechos inéditos.
El ramillete de diapositivas que van pasando y completando ese álbum de la alquimia humana, que nos encontró, sorprendidos, un día lluvioso que la posteridad recordará continuamente.
Ayer un encuentro, hoy unas páginas, mañana un amor inconmensurable… la fórmula de la eternidad en nuestras manos, que se encuentran amarradas, caminando por alguna calle casual.

jueves, 5 de junio de 2014

Capítulo 2 “Felicidad retroactiva”



Estoy llegando, estoy llegando sin que ninguno de los dos puedan advertirlo, tal vez no consideren esta aparición estacional, ya que el tiempo es adverso cuando pretende imponernos su voluntad, pero vengo llegando y conmigo, llegan las situaciones inesperadas, los torrentes sanguíneos inquietos, impolutos, la gimnasia de ese puño latiendo en los pechos que no logran comprender semejante ritmo.
Estarán listos para recibirme o el miedo invadirá sus tímidos corazones?.
El camino se hizo extenso, ustedes saben lo que es andar la vida mortal solitariamente, sin dudas que cada paso hace una porción más del camino, ese devenir insólito y coronado en sus manos que no se conocen, pero se miran con inocencia.
Traigo una morada nueva donde puedan compartirme, a solas, sin presencias testimoniales, apenas las ganas de querer concretarme para deleite de los cuerpos llenos de mágicas intenciones, de numerosas canciones, de necesarias urgencias de tenerse en forma personal y romper ese ejercicio, virtual, sesgado por la temerosa intención de morir por mi ausencia.
Me cansé de andar para llegar, por fin, a los dos, bañarlos en el río místico de la piadosa luz que empieza a encender el fuego apasionado de la espera desesperante.
De tanto desencontrarlos, temí desencontrarme con ustedes, me miré al espejo repetidamente, mientras el llanto deshacía la fotografía de las mejillas acariciándose al unísono, un compás de compleja rítmica, un escenario donde el diluvio los encuentra abrazados, memorable verdad en virtud del mundo atravesado por mí.
La musicalidad está presente en las ganas que los contagia, les pido que tomen sus manos e inicien la creación de ese paisaje ideal, donde los colores serán pintados en mi nombre y el invierno abrigará sus pieles repletas de voz.
Indispensable es que el encuentro se corone una noche indispensable para los dos…
Entonces por fin llego a sus vidas, se funden bajo mi atenta mirada y los veo flotar, disolverse en la química reinante de sus vidas sumidas en un letargo que lleva mi huella.
Soy el amor, soy lo que ustedes dos concretan y componen en nombre del destino que les contó una historia inédita. Fecundado en su lógica contundente y continua, la asociación, repentina, de dos historias que nacieron para resucitarse, agradecerse y empezar a conocer el fervor de tenerse una a la otra.
La noche está desbordada de endorfinas, la habitación se ve decorada por dos figuras contorneadas por la mano de Dios, que le encomendó a las almas, la misión de encontrarse hoy, para enseñar que el amor es una dimensión realizable para aquellos que procuran sincerarse con el universo lleno de explicaciones trilladas.
Dos compañeros que se miran, asombrados, mientras la resurrección resulta imprescindible para que se encuentren afirmándose lo que sus latidos le permiten sentir, ver, palpar.
Puedo creer en ustedes ahora, porque si no creyera en mí, no podrían mencionar mi nombre al caer la noche.
Soy de pura e increíble fe, rara y cordial sensación de creer en lo imposible que convive con ustedes, ahora que vine para quedarme en sus segundos, sus horas, sus tiempos finitos.
Recién llego y maquillo sus rostros inundados de sonrisas recurrentes, miradas profundas y suspiros que gravitan en una galaxia que los acuna y les cuenta cuentos antes de verlos dormirse entre pequeñas muertes y eternos abrazos.
Ustedes dos me vieron llegar y no dudaron en sentir mi presencia en su interior.
El beso, la caricia y el sentirse enamorado se multiplicaron por doquier… soy el amor y acá estoy, en cada silencio, en todos los amaneceres y en la cima de un hijo mío que ustedes crearon, cuando el otoño empezó a despedirse.
La felicidad se enamoró de los dos y estalla en recuerdos.
Restrospectiva de un par de soñadores que hicieron de un montón de nada, una fábula digna de ser contada.