jueves, 5 de junio de 2014

Capítulo 2 “Felicidad retroactiva”



Estoy llegando, estoy llegando sin que ninguno de los dos puedan advertirlo, tal vez no consideren esta aparición estacional, ya que el tiempo es adverso cuando pretende imponernos su voluntad, pero vengo llegando y conmigo, llegan las situaciones inesperadas, los torrentes sanguíneos inquietos, impolutos, la gimnasia de ese puño latiendo en los pechos que no logran comprender semejante ritmo.
Estarán listos para recibirme o el miedo invadirá sus tímidos corazones?.
El camino se hizo extenso, ustedes saben lo que es andar la vida mortal solitariamente, sin dudas que cada paso hace una porción más del camino, ese devenir insólito y coronado en sus manos que no se conocen, pero se miran con inocencia.
Traigo una morada nueva donde puedan compartirme, a solas, sin presencias testimoniales, apenas las ganas de querer concretarme para deleite de los cuerpos llenos de mágicas intenciones, de numerosas canciones, de necesarias urgencias de tenerse en forma personal y romper ese ejercicio, virtual, sesgado por la temerosa intención de morir por mi ausencia.
Me cansé de andar para llegar, por fin, a los dos, bañarlos en el río místico de la piadosa luz que empieza a encender el fuego apasionado de la espera desesperante.
De tanto desencontrarlos, temí desencontrarme con ustedes, me miré al espejo repetidamente, mientras el llanto deshacía la fotografía de las mejillas acariciándose al unísono, un compás de compleja rítmica, un escenario donde el diluvio los encuentra abrazados, memorable verdad en virtud del mundo atravesado por mí.
La musicalidad está presente en las ganas que los contagia, les pido que tomen sus manos e inicien la creación de ese paisaje ideal, donde los colores serán pintados en mi nombre y el invierno abrigará sus pieles repletas de voz.
Indispensable es que el encuentro se corone una noche indispensable para los dos…
Entonces por fin llego a sus vidas, se funden bajo mi atenta mirada y los veo flotar, disolverse en la química reinante de sus vidas sumidas en un letargo que lleva mi huella.
Soy el amor, soy lo que ustedes dos concretan y componen en nombre del destino que les contó una historia inédita. Fecundado en su lógica contundente y continua, la asociación, repentina, de dos historias que nacieron para resucitarse, agradecerse y empezar a conocer el fervor de tenerse una a la otra.
La noche está desbordada de endorfinas, la habitación se ve decorada por dos figuras contorneadas por la mano de Dios, que le encomendó a las almas, la misión de encontrarse hoy, para enseñar que el amor es una dimensión realizable para aquellos que procuran sincerarse con el universo lleno de explicaciones trilladas.
Dos compañeros que se miran, asombrados, mientras la resurrección resulta imprescindible para que se encuentren afirmándose lo que sus latidos le permiten sentir, ver, palpar.
Puedo creer en ustedes ahora, porque si no creyera en mí, no podrían mencionar mi nombre al caer la noche.
Soy de pura e increíble fe, rara y cordial sensación de creer en lo imposible que convive con ustedes, ahora que vine para quedarme en sus segundos, sus horas, sus tiempos finitos.
Recién llego y maquillo sus rostros inundados de sonrisas recurrentes, miradas profundas y suspiros que gravitan en una galaxia que los acuna y les cuenta cuentos antes de verlos dormirse entre pequeñas muertes y eternos abrazos.
Ustedes dos me vieron llegar y no dudaron en sentir mi presencia en su interior.
El beso, la caricia y el sentirse enamorado se multiplicaron por doquier… soy el amor y acá estoy, en cada silencio, en todos los amaneceres y en la cima de un hijo mío que ustedes crearon, cuando el otoño empezó a despedirse.
La felicidad se enamoró de los dos y estalla en recuerdos.
Restrospectiva de un par de soñadores que hicieron de un montón de nada, una fábula digna de ser contada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR COMENTAR... TE GANASTE UN PREMIO.