Conocernos, el acto más puro, más sincero, más inocente. Todo empezó sin
comprenderlo, a veces, sin meditarlo, un abrazo puede cambiar el curso de la
historia, el sentido de las agujas del reloj y el ritmo cardíaco del tiempo.
La música era la que hablaba de los dos, del desencuentro que interrumpía
el vital trascender de un amor en vísperas de volverse tangible.
Alguna vez, los llantos se habían encontrado en alguna esquina, quizá
los besos vagaban, perdidos, por algún callejón repentino y vos y yo, no nos
enterábamos de la verdad desnuda, del gris imperante, de la lejanía ascendente
y del remedio para esos males.
Los momentos se acumulaban, los dolores se atenuaban con otros dolores
y el silencio nos mentía, nos acariciaba, nos desorientaba.
Y adonde podía Dios juntarnos, sino donde el amor es posible y la
acción es concretarlo sin dudar, sin temer y sin partir a buscar un destino que
ya estaba escrito y que hablaba de nosotros. Yo encendí el fuego de tu mirada
perdida, mientras el dulce devenir de la calle casual, oía el sonido de
nuestros pasos, cercanos, a merced de la quimera dorada. Nos decidimos a
trascender las condiciones y volamos, sin temores, lejos y más lejos de todo,
sumidos en la sal de un mar de acontecimientos atravesados por un azar, causal,
disparador de lenguajes simbólicos, rutilantes, embelesados por una realidad
contundente.
En los sueños encontramos fragancias irresistibles, pictóricas
caminatas por lugares irrepetibles, fundamentos y melodías sanadoras para
nuestros cansados corazones… Todos los astros derramados en la cama, perfumando
de amor los rincones, coronando un sol que bosteza resolana en tu ventana, en
una esquina desolada, donde florecimos al compás de un beso que nos hizo
inolvidables.
Ahora es tiempo de fortalecer el tiempo, desenmascarar lo ocasional
para volverlo permanente y bailar, tomados de la mano, el vals de los que se
enamoran sin fines, porque el amor no termina cuando se da el ultimo beso o se
hace presente la distancia, sino que se transforma en deseo y alegoría celeste,
viajando a la velocidad de la luz, en nuestros corazones urgidos de sonrisas y
acuarelas.
Algunas enfermedades se curan con medicinas, otras con el simple hecho
de curarse y nosotros aprendimos a reflejarnos en el espejo de la mirada, para
sanar cada grieta que la desventura nos hubiese ocasionado.
Estar enamorado es poder verme desnudo frente a vos, sin temor a sentir
miedo. Es dejar que el aliento se ahogue en tu respiración hasta morir de amor.
Es sentir, sin timidez, que la inocencia dura lo que un encuentro entre dos
mortales que se inmortalizan.
Anochecí un día con la música de tus manos en mis mejillas y amanecí
una noche abrazado a tu cuerpo vestido de besos alados, que brillaban en los
rincones de tus menguados sueños repletos de historia.
Cantatas de sombras, bosques y carcajadas noctámbulas, mientras el
rubor irrumpe en mi cara, cuando quiero decirte que te elijo con convicción,
porque estás a mi lado ahora y que te volvería a elegir, desde que te bauticé
amor de mi vida; y es que mi vida dura un santiamén y muere cuando empieza a
vivir en tu boca colmada de estrellas y cosmos que pintan nuevos bríos en
nuestros cuerpos llenos de endorfinas.
Agradecerte es rogarle a Dios que siga regando amor en nuestros
horizontes, hasta reverdecer la temprana mirada que quiero regalarte todos los
días que nos queden por vivir.
Hay aroma a amor en estos tiempos, es urgente apoyar mi cabeza en tu
pecho y contarte, mientras siento latir mi pecho a punto de estallar en
palabras, que la fe mueve montañas y que nuestro destino es fecundar la fe.
El sueño, dicen los alquimistas, se construye cuando lo real y lo
geométrico coinciden en un punto, donde la razón es una quimera y el cielo un
oprobio… ahora estás acá, dormida en mi abrazo, tentando a mi voz a decirte lo
que mis palabras, llenas de vergüenza, no se animan a pronunciar.
Afirmar que estoy enamorado de vos, es mentirte… expresar, con
precisión, lo que sucede, es equívoco y pura fantasía. Ahí, en ese lugar, nació
este imposible causal, el verso de la pluma enamorada, el rencor de la metáfora
absoluta, la fracción de tiempo que dura un beso de esos que no concluyen,
porque recién están naciendo.
Son los primeros… son los de siempre… son eternos aunque parezcan
perecederos.
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