sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo 15 “El periplo”



Sencillo se muestra el camino, mientras nosotros le damos forma, color, movimiento, precisión en todo su recorrido. Buenos Aires se porta asesino, desgastante, tedioso para cualquiera y la urgencia nos deposita en este paisaje encendido, en esta pendiente añeja, en este río helado… en todos estos lugares, vamos a escribir recuerdos.
Y la madrugada no nos dejó verle la cara a la montaña, apenas si vislumbramos la mirada de una luna acostada sobre un cielo, azul, pleno de estelares lunares y risueños ruidos. Nos acostamos a contemplar la morada, el silencio, la inmensidad de encontrarnos ahí.
Un segmento de amor mañanero, una bocanada de besos serranos y una danza de pieles que decoraban ese momento asombroso, donde Dios sonreía y escribía un nuevo evangelio referido al amor que representábamos.
Vos, desnuda en el mismo lugar que yo, perdidos ambos en medio de un valle colmado de soles, aguas y alturas, ternuras, abrazos y miradas… el instante real, donde la escena deja de ser trillada y el amor emerge frenéticamente, dejándonos lugar para callar y decirnos todo lo que los ojos insinuaban.
No era un lugar ni un viaje más… era el inicio de un cúmulo de estados sensoriales, decididamente, hermosos y atemporales. El tiempo ya no era un impedimento en medio de la inmensidad de las sierras, apenas si olvidábamos que en algún momento deberíamos retornar a casa y seguir esa vida normal que nos negamos a vivir, porque no es normal nada de lo que sucede cuando estamos juntos.
No es simple entenderlo, de hecho, no debería siquiera intentar entenderse algo cuya pureza lo determina así, lisa y llanamente único.
Habrán días en que florezcan perdices y las comamos sin culpa y otros donde escaseará el hambre y las perdices correrán libremente por la casa… y nosotros, nosotros en rituales epidérmicos iniciando la primavera corporal y el desenfreno del amor sin límites, vislumbrando el techo azul, adornado con luces y sombras, con flores y palabras, con fulgor y ensueño.
Tocar las alturas desde una cascada, desde un deshielo que llega hasta nosotros, desde el pie de un pedazo de tierra que se eleva hasta besar las mejillas de las nubes y darnos la bienvenida.
Así todo y los dos, el despertar asombroso, el anochecer discontinuo, la celeridad de los días que se aquietan y sonríen, las horas, los ojos cerrados, las caminatas, el atardecer… la paz.
La delicia y el encierro, la libertad y el sol, la lluvia cayendo de tu boca y la sed naciendo de la mía, besarte la respiración y robarte el alma con un abrazo, hasta dejarte morir en mi pecho, que esconde una ciudad entera para que sigas respirando y manteniéndote viva para que yo te ame.
La noche esconde ese rumor, esa historia desconocida, es segundo en que todo estalla en recuerdos y nos encanta, nos fascina, nos deja desembocar en nuevos bríos, nuevas olas y nuevas temporadas para fagocitarnos con ternura.
El agua de la ducha abrazándonos al compás de los corazones agitados, de la proeza visual de un epílogo colmado de sensaciones y variaciones oníricas.
Y hay besos discontinuos, los hay tímidos, surgen los espontáneos y todo se vuelve una multitud de cristales que se amontonan como la gotas se juntan hasta volverse este río en el que contemplamos la totalidad del paisaje.
Acá, tal vez, haya nacido algo que sobreviva al omnisciente tiempo cruel… Dios dice que el amor es universal y nosotros lo hacemos posible, el mundo dice que somos finitos y nosotros lo contradecimos, los alquimistas afirman que el sueño es inconsciente y nosotros lo soñamos despiertos.
Algo nos deposita en nuestra cama… algo nos impulsa a caminar… el viaje vino con un amor mayúsculo bajo el brazo y una canción que resuena, todo el tiempo, en mi cabeza.
Podría quedarme a vivir en vos, pero elijo vivir con vos… podría quedarme dentro de tu alma, pero elijo mirarla a los ojos… podría prometerte amor eterno, pero elijo llenarte de él.
Quizá estés extrañando Calamuchita, cuando nuestra historia ya quedó escrita ahí mismo… sólo resta volver y resignificarla.
Hoy no es un día más… hoy es tiempo de amar.

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