martes, 23 de septiembre de 2014

Capítulo 20 "Definiciones parciales"




No nos acercamos nunca a esto, parece lejano, sempiterno, voraz y hasta nos provoca miedo, incertidumbre, zozobra.
No hay fundamentos ni recetas mágicas, tampoco lugares ni libros escritos, apenas un puñado de nosotros y las realizaciones concisas, de todo lo que deviene de lo onírico.
Es fugaz el arrepentimiento, es vibrante el instante del beso, es determinante el lenguaje y, sin entenderlo, acá estamos, vestidos para la ocasión, afrontando los desafíos, navegando la tormenta, caminando las calles.
Yo sé que es difícil para vos, entiendo la vida de ese modo, un ramo de flores o un gesto de cariño no hacen al tiempo ni al logro de un objetivo, la felicidad es un verdugo que se incrementa cuando los miedos vienen de noche y se recuestan en nuestra almohada, pero también existe el marco temporal que sopla como viento a favor y maquilla el escenario de historias mínimas, de sonrisas y cosquillas, de abrazos y siestas, de meriendas y cenas… un trimestre colmado de existencia y virtudes, donde nunca aflojamos y siempre priorizamos mirarnos a los ojos.
Una chica como vos y un soñador como yo, un pedazo de ternura como vos y un sujeto como yo, dos momentos en el mundo como nosotros y una hoja en blanco donde escribimos…
Fácil? nadie afirmó que lo fuese, ni siquiera para Dios puede ser sencillo, el hecho de unir, eternamente, a dos almas. Cuando la cobardía fluye, surge el miedo y eso se representa en Dios y en no creer en su voluntad de amar y nuestra voluntad de amarnos.
Yo le daría mi vida entera al sol, al mar, al viento para estar un segundo más en vos…
O tal vez un suspiro al árbol, al destino o suplicarle al anhelo que se concrete… el amor es profundo e imprevisto, colorido y lluvioso, vertical y sabio, testimonial y corpóreo, espiritual y místico. Son un par de vocales y un par de consonantes que funden a dos mortales y los vuelven inmortales.
Alguna vez todo se vuelve innato y resalta la virtud del ciclo que empieza a cumplirse, todos los días son todas las mañanas, las tardes y algunas noches en que me dedico a elegir morir, para que puedas darme la bendición del renacimiento.
No soy todo el tiempo lo ideal, puedo inmolarme, atravesarme, enojarme por no ser todo y ser apenas un poco… lo simbólico surge a raíz de lo inevitable, de ese no sé qué, ese magnetismo que nos une, algunos creen que se llama amor, otros que se llama rutina y yo creo que se llama vos y yo.
No te cambio por nada, sigo en tus manos, cavilando nuevas formas, nuevos mundos, nuevas escenas que alimenten el ego de ser uno y solo uno.
No existe calibre o dimensión donde encaje la medida de todo lo que aconteció en este breve tiempo, que parece un milenio. Quiero seguir amando y es inexorable que te elija a vos para seguir con todo esto que no me entra en el pecho y que estalla en mil partes que hacen un mapa de probabilidades, un cielo tormentoso o una escalera multidireccional.
No sabemos para qué estamos, pero si donde estamos y ese lugar es nuestro, es propio y digno de ser adornado con todo lo que otros ignoran.
Quisiera ser el ritmo de tu respiración, el sabor dulce de tu fruta favorita o el flash de la toma fotográfica que te retrate cuando más linda estés… pero los momentos respiran por nosotros y son trascendentes a lo que creamos en todo este tiempo.
Tengo un par de brazos y una enorme ilusión de apretarte con ellos, mientras el alma tuya ríe, incansablemente, y así, sin comprenderlo, porque el amor no se comprende, le damos vida a ese amor incomprensible.
Un regalo de treinta y un días más, que nos regala un pasaje hacia otra estación y un sinfín de pasos que dar en este camino trimestral que nos encuentra perdidos, en un norte que nos encanta.
Viene colmado de anécdotas y maravillas, de significados y significantes que hacen un nuevo lenguaje… que habla de vos y de mí y que se prolonga, infinito, hacia ese final feliz que no existe, porque los grandes amores, no concluyen nunca.

martes, 9 de septiembre de 2014

Capítulo 19 “Estación”



En el centro del tiempo, dicen algunos especialistas, reside el destino, la meta o el final del recorrido… la vida tiene un sentido y ese es sentirse bien, cuando la sentimos plena y rebosante de lo que la constituye.
No es adivinanza ni azar, apenas es un concierto de palabras que vuelan por todo el lugar, una carta y algunos regalos hacen el resto. No hay lugares, no hay momentos, es sólo tiempo, gutural grito que emerge del centro del cuerpo que clama colores, abrigo y verano.
Un verano juntos, un invierno terminal y un sereno reflejo de esta caminata que nos encuentra sumergidos, en un aleph reciclado por nosotros. Dicen que la felicidad son pequeñas cosas y vos, pequeña, sos el motor de mi felicidad brotándome de las entrañas.
Yo te amé todo este tiempo, sin que lo advirtieras, yo te rogué silenciosamente un segundo en tu cuerpo, yo te inventé en mis pensamientos. Vos, vos siempre vos, haciéndote mi voz cuando el silencio me atravesaba y el dolor se apoderaba de mí, mientras una parte de mi ser terminaba de ascender al cielo y vos, siempre vos, me dejabas dormir en tu pelo.
Es casi un trimestre viajando en vos, es el deseo, urgente, de pensarme adentro tuyo y que la pena se esfume una tarde lluviosa donde me encuentres a tu lado, tarareando una canción, leyéndote un fragmento de esta inútil historia o simplemente robándote un beso.
Y esperar se hizo costumbre, tamaña suerte la de reiterar plegarias a Dios para que llegaras por fin…
Las partidas son aromas que se impregnan en el alma, cuando no queremos resignarnos a que se cumplan. Te voy a dar cosas simples, porque en la simpleza se ve mejor la honestidad, el deseo y el amor puro… nadie tiene el corazón en sus manos, ni los sentimientos resueltos, en mí florecen las ganas de nacer de vos y de coronar todo con una sonrisa inmensa.
No promesas, no intenciones, no ilusiones… apenas un ramillete de acciones y la fuerza necesaria para tomarte la mano y decirte, con sinceridad: te amo.
Todo es el anhelo de una estación que se aproxima y nos encuentra unidos, crecidos, animados. Un tiempo de siembra, un remanso para nuestros castigados pasos, sedientos de agua helada y de paisajes nuevos, de quimeras y fábulas, de minutos y centurias.
No querer que avance el reloj y ansiar encontrarme en el final de nuestras vidas.
Es un viaje sin retorno, un soplo de versos que rejuvenecen la niñez, cuando el amor es extraño y resurge al mirarte a los ojos y sentirme adolescente, por un segundo.
Tu cuerpo es el día en que decidí enamorarme, mientras tus achinados ojos me decían que me hundiera en ellos y mis manos trepidaban a medida que la lejanía desaparecía.
Y yo sé que, en algún lugar del mundo, vas a seguir resplandeciendo, será para mí o para quien debas brillar, pero brillar es tu verbo, tu latido constante, tu verborrágica belleza, tu esplendoroso andar y esa ternura que brota de mi voz muda, cuando me quedo titubeante esperando a que me devuelvas los sentidos.
Y seremos de colores, visiones y devenires diferentes, pero el denominador común no cesa y se mantiene vigente, como este día que no termina, porque recién empieza y nos vuelve visibles, vulnerables, sentimentales…
Empiezo a florecer en vos, las raíces son flamantes y dulces, la música es un enlace y todo, absolutamente todo lo que te digo, es cierto.
No me queda lenguaje para decirte cosas, apenas lo corporal, lo onírico y estas líneas… sobra todo lo demás y se vuelve un desfile de diapositivas.
Mañana es el sol, hoy es las nubes, ayer fue la tormenta.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Capítulo 18 “Siempre parte I”



Muere la increíble hora de dormirse, porque la despertamos y la desesperación y el frenesí invaden la habitación, humedecen el aire y sinceran los cuerpos que se bañan en besos que llueven desde todos los rincones.
Y la calle es una circunstancia, el deseo un canal sin retorno, la ciudad es un escenario donde acontecemos juntos, brillamos, estallamos en situaciones inesperadas, endulzadas, cálidas…
Hay momentos en que nos remontamos sin escrúpulos, hasta un cielo que creamos cuando nuestras bocas se aman desenfrenadamente. Hay instancias en que, mientras dormimos, nuestras almas se desprenden del cuerpo y viajan sin rumbo, tomadas de la mano, dejándonos morir, permitiéndonos resucitar, mientras reescriben nuestra historia en diversas esquinas y el mundo duerme.
Son momentos que se acumulan y despiertan junto a nosotros, cuando me dispongo a darte el primer mate de la mañana cargada de resabios de anoche, de recuerdos de tu cabeza en mi pecho y mis palabras en tus oídos, una brisa encantadora y un suspiro naciendo del plexo solar, que pronuncia tu nombre y se dispone a dejarme dormido en tus brazos.
Y hay alguien que deja una carta debajo de tu almohada, alguien que la escribe y alguien que la lee en tus sueños… así, todo renació ayer.
Va casi un trimestre de inolvidables momentos y una vida de insoslayables precisiones que afirman que el amor empieza a tomar un norte sin dirección y un rumbo con sentido norte. Yo me río al compás de tu risa que desentraña mi inocente confesión… ahora amar dejó de ser una quimera para tomar la forma de mi mirada ahogándose en el delicioso clímax de tu beso humedeciendo la atmósfera de mi piel meciéndose en la tuya.
Si tuviera que decirte algo, en este momento tan sólo me saldría confesarte que anhelo que vuelvas a mí, hecha bosque, vergel y caudal, sofisma, metáfora o la escultura de tu cabello enredado en mis dedos que tiemblan de ternura, cuando sobreviven a la acción, tímida, de dibujarle una caricia a tu pecho florecido de mayo.
Vos fuiste las flores de mayo, la música del otoño en retirada, el desengaño de junio a las mil, cuando quisieron arrancar el amor de nuestros días y lloré, sin consuelo, por tu ausencia cercana.
El álbum de fotos es extenso, las raíces son profundas ya y el miedo empieza a convertirse en la excusa perfecta para reafirmar que la pureza de nuestro amor, es infinita, inconmensurable, tácita.
Puedo verte, ahora, recostada sobre una nube que le pedí a Dios hace un milenio, hay astros, huellas y la reproducción secuencial, de las veces que te dije que siempre, pero siempre, iba a permanecer a tu lado. Hay una llave, una casa, una porción de tierra y un futuro en forma de corazón, sonidos, aromas, frutos y un retrato de ese beso que te robé imprevistamente, cuando la lluvia del invierno asomaba sin pausas.
Y el adiós es tan temprano, que se aleja con las agujas del reloj que marcan la hora de volver a decirnos mucho, que es todo y que nos desviste hasta encontrarnos desnudos, fundidos y colmados de endorfinas.
Entonces te despierto, te elijo y te digo, con sinceridad, que te amo con el alma, antes de que se repita el ritual separatista y volvamos a ser cuerpos en manos celestiales, en fase de resurrección.
Me expresás tus temores, te beso la frente, las mejillas, el pelo… llorás, sufrís, dolés y me deshago, te elijo, te antepongo ante mi propia vida y te la regalo para que sigas viva. Te bautizo la mujer de mi vida, te nombro el amor de mi historia y me dejo caer adentro de tu cuerpo, hasta morir en vos.
Y son todas gracias, unión y una fuerza que me hace amarte muy fuerte, como la primera vez…
Recuerdo ese instante y entiendo que todo este tiempo fuimos dos caminos que dejaron de ser bifurcaciones, para volverse un cuento de amor.
Siempre, por siempre, para siempre.

martes, 2 de septiembre de 2014

Capítulo 17 “Juntos”



Sin dudarlo, podría afirmar que hubo varios antes y después, a lo largo de mi vida, pero todo esto sin advertir que, repentinamente, mi vida se redujo a una sola.
El primer quiebre de uno suele ser el nacimiento y yo nací más de una vez, sin embargo, sentí que volvía a nacer, cuando tu boca me dibujó un beso redentor y los paisajes empezaron a llenarse de color, mi cuerpo de calor y vos de mí.
Y entonces el antes y el después empezó a ser ahora y vos, un remanso donde realizaba un sueño Alicia, Cristo o el destino… un soplo, inmenso, de ganas de volver a vivir la vida, cuando la muerte era un recuerdo fresco que amamantaba la vida de un Edipo llorando dentro mío.
Yo río, lloro, siento, extraño y todo eso hace despojos la historia de quienes esperan.
Y esperé hasta que ya no quise seguir esperando, entonces me dediqué a buscar, a buscarte, a buscar el centro de tu respiración y, al llegar, gritarle fuerte a tu pecho todo mi amor.
En el año de la muerte, en el año del silencio y la mustia soledad, cuando los desencuentros muestran sus mejores cartas y el sentido de la vida es encontrarse, ocasionalmente, con pedazos de luz que oscurecen, aún más, el camino.
Dios estaba expectante, el mundo entero quizás, pero nosotros más que nadie y esa ansiedad se traducía en tropezones involuntarios, en ilusiones ópticas que rezaban por un abrazo, mientras mendigaban amor en cada esquina infectada de etílicas frustraciones.
Yo te vi llegar, yo te vi entera, prisionera del tiempo y la zozobra, del dolor y del espacio desasosegado, de la muerte y el clamor desoído. Un abanico de historias y un anónimo que te amaba sin conocerte, que te imaginaba sin verte y que te extrañaba sin encontrarte.
Traiciones mundanas, fragmentos de hastío, quizás porque no me ve el mundo o yo no lo miro a él… quizás porque soy tímido y superficial… quizás porque nunca voy a hacer que alcance.
Los amores no condenan… será porque en vos nació una nueva estación, un nuevo lenguaje o una nueva melodía, será porque de tan cursi puedo llegar a desilusionarte o de tan limitado vaya a espantarte, cuando simplemente estoy haciendo que todo sea distinto.
Y en mi espalda conviven tus besos, tus pellizcos y tu respiración, tus enojos, algún cabello que dejás dormido o un frío que se muere cuando me abrazás y todo vuelve a empezar.
Y ahora, parado en la puerta de la habitación, a punto de partir, a punto de decirte adiós, un adiós que se prolonga lo que un pestañeo, te veo suspendida, sumida entre huellas y tu desnudez, entre resabios y colores que saben a noche de amor, me persigno y dejo mi historia escondida en los rincones de tus sábanas.
Es lo posible entonces, lo que se vive y, con vos, todo es posible, porque alguna vez me dijiste que ya no estaba solo y mis ojos lo comprobaron.
Fue entonces, cuando elegí elegirte, contemplarte cercana y aventurarme en un milenio juntos, en una vida de reencarnaciones, de sucesos y noches, de estrellas y velas, de lluvias y tardes, de lunes y sábados, de miércoles y viernes, de martes y de jueves y un domingo para que Dios reciba nuestro amor en sus manos llenas de gracia y celeste cielo.
Es nuestra genealogía juntos, nuestro álbum de fotos, nuestra biblia del amor, el secreto de la vida que fue un antes y un después, hasta volverse un ahora y siempre… a tu lado.