Entre tanto mundo incrédulo, entre
centellas y desorden orbital, puedo
encontrar la verdad desnudándose frente a mí, besándome la boca y pronunciando
mi nombre que se pierde entre las olas, ruidosas, del mar candente antes de
nochebuena.
Alguna vez creíste en el dolor y es este,
el preciso momento en que se derrumban tus fantasías acerca de la existencia y
el amor. Todo lo que subyace después de un encuentro casual es anecdótico,
cuando los recuerdos se mantienen latentes y el destino baila valses con el
olvido y el silencio hasta persuadirlos y estos se marchen del horizonte.
No entenderse es a veces, un difuso velo que
nos hace escaparnos para no dejarnos sentir el efecto, adictivo, del tiempo en
nuestros cuerpos.
No hay precisiones ni fronteras, no hay
miedos ni penas… tan solo uno y todo lo que sucede enfrente de la vida que uno
ocupa mientras vive en este lugar que llaman mundo. Salir a ver que pasa, tomar
un baño de lluvia, un helado, un paseo, un día soleado o nublado, un parque en
el balcón, una carcajada o simplemente el hecho de estar así, lleno.
Y entonces no hay mucho por decir, porque
todo se dice en palabras que no siempre se oyen o se expresan, pero sí renuevan
el aire que nos mantiene vivos.
Hay murmullos en la noche, gritos en la
mañana y sombras en la tarde, ya no hay lágrimas ni sensaciones de llantos
atragantados, ahora todo es perecedero, salvo esta vida a la que me aferro con
fervor, mientras tu mano dibuja el contorno de la cara de un niño que te mira
con cara de hombre y te ama con el desenfreno de un anciano que amó durante
centurias enteras.
Sortilegios, musarañas, laberintos… esta
fábula transcurre en este mundo y nosotros adornamos todo a nuestro gusto.
Creo en vos y no quiero que dejes de
saberlo.
Creo en vos porque creo en Dios y en el
amor que transmite tu piel dorada… creo en vos porque creo en la vida desde que
me regalaste un talismán para volver a sentirme vivo… creo en vos porque estás
vestida de espejo y mi reflejo nace de mirarme en tu inmaculada mirada… creo en
vos porque la incredulidad es para los que viven en la fantasía que viví
mientras te buscaba… creo en vos porque sos parte de estas líneas imbéciles que
vomita mi corazón enamorado del amor que siento por vos.
Y de mi creencia surge la creación y, por
eso, creo infinitamente.
Creo, todo el tiempo, un caudal de besos
para que lluevan sobre vos… creo conjugaciones verbales nuevas, como cuando
niño, para expresarte mi amor en nuevos dialectos… creo un lugar en el mundo donde
tu felicidad sea el motor de mi esfuerzo… creo nuevas formas de amor para que
no se agote nunca en tu vida… te creo a vos porque supe crearte en medio de un
ostracismo que parecía inagotable.
Fruto de la creación divina, surge esta
dulce tentación de que el tiempo no se arrepienta y el amor nos concrete, aún
más, y nos sostenga en un lugar donde todos han dejado de creer y, más aún,
dejado de crear como nosotros lo hacemos.
Todo sucedió mientras contemplábamos
estrellas fugaces cayendo al mar, bajo una galaxia que nos arropó bajo su
cobijo, mientras los sueños empezaban a despedirse hasta el siguiente año.
Hoy es un año más para creer en vos y un
año más para seguir creándote un lugar de ensueño… para vos, con amor… de mí.
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