miércoles, 18 de marzo de 2015

Capítulo 27 “Suerte”



La sorpresa es siempre un instante en el que los planetas tienden a alinearse, imperceptibles, en forma repentina y envolvente. Nos dejamos encontrar y todo se volvió un presente cotidiano, que se viste de pasado al llegar el fin de la noche y renace como futuro cuando cierra los ojos y nos encuentra desnudos, con las almas encendidas y las miradas perdidas en el contorno de nuestros cuerpos afilados, endulzados por el tiempo, reflejados en cada palabra que se despide de nuestra voz, cuando el trance es irracional e inesperado y la noche es el disparador de cuanto beso ande viajando por el aire.
Fue un proceso largo, continuo, con matices de mil colores que empezaron a volverse color, nuevamente, cuando el reencuentro concretó los planes de los corazones solitarios. Nos envuelve un tímido y redundante sueño, una locura sensata y un inmenso escalón que aguarda por nuestro paso para volverse real.
Es delicado comprender cuando empieza a apagarse la llama y comienza la noche, el espacio y la melancolía. Yo sé que no soy yo y que voy a sentirlo así siempre, la suerte de poder decir, ahora, que todo es presente, es la simple traducción de una fábula que se volvió tímida canción, una noche en que nadie decía nada.
Una porción de recuerdos que flotan, dispares, en esta noche sintética, un dolor atravesándome el pecho con crueldad, mientras el plenilunio se marcha, simulando garabatos en nubes cargadas de diluvio, de verano añejo y de esos fantasmas que recurren a la escena… es todo azar, puro azar divino.
El cuento de la suerte, la suerte de tenerte, de decirte, de poder escribir tu nombre, de poder sentir tu presencia…
Quedate en silencio bello poeta que las palabras se han dormido y afortunado es quien pueda aprender a leerte con atención, cuando las noches suelten versos invisibles, los parques se hallen perplejos y la mirada que buscabas haya dejado de mirarte.
A tu lado perece el pasado, el presente y la realidad candente, asombrosa, cavilando nuevos rumbos hacia donde marchar, dibujando mundos amorfos y castigando a la metáfora que vive en vos, mientras entendés que dejaste de ser el principio de algo para volverte el final de todos los finales.
Y seguirás amando, con la misma intensidad que aprendiste a amar este tiempo que se arrojó al vacío sin avisarte? Vivirás en este mismo lugar donde hoy, la derrota sabe a vino y tango? Sentirás latir, cada noche, su pecho contra tu ensueño?...
Todo eso y toda esta suerte que se juega su destino, se mecen en el epílogo del verano que empieza a despedirse como si se tratase de una canción o de un suspiro hacia adentro.
Si el azar quiere verme distante, si la fortuna es una partida con aroma a adiós, si el destino no quiere ser escrito… entonces mi suerte habrá sido quedarme con esta fotografía de tus ojos en los míos, tus manos y mi piel, tu boca y mi voz.
No me queda tanto para decir, sino un camino para ilustrar, una casa para decorar y un lugar enorme en la cama para dejar que tu cuerpo vestido de constelación, caiga rendido ahí.
Acá está mi canción naciendo, allá tu humanidad esperando volver a ser pasado… no hace frío ni calor, tan sólo extraño tu desnudez en mi alma, tu humedad cayéndome en los labios y tu pelo cobijando mis sueños.
Me queda un segundo en el reloj… me queda una vida a tu lado.