sábado, 27 de febrero de 2016

Capítulo 33 "Cuidarte"

Caen multitudes de arenas en un reloj que plasma la hora del desencuentro, el tedio y la agonía. Una novela de Joyce pululando por los rincones de la casa, un remanso entre tantas noches ausentes, una calamidad que aprieta mi pellejo colmado de palabras que eligen el encierro. Alguien me dijo, alguna vez, que la soledad es un momento que dura para siempre y se cura con metáforas, quizás haya estado parado sobre la certidumbre del almanaque y el pasado me sorprendió jugando a favor tuyo.
Un cuidadoso descuido que hace ruido e invoca figuras amorfas, con cara de revancha o de retorno, no supe hacerme entender cuando hablaba en silencio. Me dije cosas entre una cortina de contradicciones, me interrogué en demasía y enterré toda mi mejor versión en un cuerpo lejano.
Para qué escribimos si todo está en su preciso lugar?.
No sé aprender a cuidar porque vivo en el caos de la contingencia y el desorden de las prioridades, probablemente entienda, al fin y al cabo, que se trata de quemar cada hoja que nos provoca confusiones retardantes. Hoy no es una noche ni un día, es un tiempo que no se mide, apenas se contempla, podría enumerar mil motivos, pero aprendí de Borges a omitir cualquier tipo de enumeración, de otro modo estaría bifurcando los caminos de lo asombroso y lo exacto y, en este instante, sólo quiero confluir en ese punto donde la aritmética y la geometría copulan hasta darte forma.
Forma de ternura, de entereza, de compañera, de abrazo y de beso, de risa, de cuadro de Van Gogh, de invierno a las seis de la tarde, de mate por la mañana, de atemporalidad, de precipicio, de regalo, de vaso con agua, de cigarrillo, de gripe o angina, de amor de mis días, de intención de serlo para toda la vida.
Y aunque intenté no caer en la torpeza de la enumeración, la porfía me condujo a contarte que te veo en mil formas que conviven conmigo porque son parte de mí y resucitan cada vez que abro ese lugar especial que guarda todos los recuerdos.
Que todo sea por un segundo más al menos, por lo que existe y lo que no, porque nos hablen los momentos que se amontonaron y los que vayan a surgir de nuestros cuerpos fundidos, que la calle se colme de nuestros pasos dibujando un camino nuevo, todo lo demás será un eslabón o un punto en ese ajuar donde quiero descansar, junto a vos, de un mundo tan malo.
Dónde me encuentro yo? En tu morada, intentando restablecer el origen de lo que nos hizo materia y forma, elucubrando nuevas sensaciones para poder contarte que estamos vivos y que el milagro de vivir enamorado es nuestro galeón cruzando los océanos estelares.
Algún desorientado no comprenderá el sentido de estas líneas llenas de sinsentido, ya que tengo bien claro que perseguir utopías no es momentáneo, sino un ejercicio que se practica desde el despertar hasta el próximo despertar.
Se tratará, de ahora en más, de jugar a ser actores en el universo de lo imaginario, de lo ficticio, se tratará de torcer las latitudes en sentido antihorario y de emborracharse hasta que la respiración diga basta.
Será cuidarte por el mero hecho de hacerlo y será hasta llegar a Dios.

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