martes, 22 de noviembre de 2016

Capítulo 38 "Acompañarse"

Alguna vez sentí que caminar era inercia cotidiana, una rutina de rara génesis, un segundo de quietud en movimiento. A menudo intenté encontrarte en algún punto donde nos pudiéramos cruzar, nuevamente, y entender que los encuentros no son casuales, como tampoco los reencuentros. Y sentí frío, temí por empezar a olvidarme que, siempre, existe un motivo para seguir andando.
Pasó el tiempo, crecimos y las creencias se hicieron una creación inmaculada, trascendente, almibarada. Vos en tu caminata y yo caminando en vos, todo un axioma de colores y estaciones, la música sonando y resonando mientras nos mirábamos en la oscuridad y el desasosiego. Mil veces quise decirte todo sin decirte nada, contemplarte con entusiasmo al compás de alguna melodía que te sonriera. 
Se trataba de compartir, de acompañarnos a acompañarnos, trazando puntos de encuentro que terminaran convirtiéndose en líneas y paisajes donde nuestra huella fuese una fiesta cada día. Las hojas del almanaque iban a caer, al fin y al cabo, cuando decidiéramos dar un paso sin oponer nuestras direcciones.
Cuando quisimos dejar de estar ausentes nació el acompañarse y comprender que, a pesar de no tener idea lo que es besar en la boca al amor, poder envolvernos en una mirada es suficiente para estar seguros de no estar solos en un mundo de soledades y solitarios. Ahora puede resultar y estamos deseando que sea diferente.
Puede haber mucho, poco o nada, lo importante es que ese mucho, poco o nada termine siendo todo y ese todo sea vos y yo en una ciudad que nos abre sus brazos. Ahora nos tenemos, te tengo y me tenés porque tenés todo lo que quiero ser al reflejarme. La calle y el parque, el escenario y la voz, las manos y el tiempo, el ayer y el mañana, todo envuelto en el hoy, en la mañana, en la necesidad de seguir siendo necesarios como la risa, el agua y el pan, como el amor, la fe y la respiración, como el arte, la imagen y la sorpresa.
Tengo un sueño pendiente, un paisaje por donde se dejan caer, por una cascada infinita, los sueños de los que sueñan sin intención de cumplir los sueños, los que aman al miedo y se acobardan cuando la noche los abraza.
Nosotros somos el abrazo que abraza a la noche naciente, el saber que ya no estás sola y que nos importamos, que nos cuidamos como la lluvia cuida a la tormenta que la deja nacer o como las sombras cuidan al sol que las deja ser.
Hay sorpresas y destinos, hay música y canciones, hay tinta en mi pluma para contarle a Mamá que viniste a cuidarme.
Te agradezco, te agradezco siempre por revivirme, por mirarme con sinceridad y por mostrarme que la sonrisa dibuja el contorno del alma.
Nos queda todo porque vinimos a quedarnos... Me queda tiempo, nos queda vida, me quedo acá.

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