miércoles, 19 de abril de 2017

Capítulo 42 "Dos"

Hay una calle donde lo imposible suele suceder, donde caminar es semejante a flotar y donde no existe lo visible porque todo es un colosal descubrimiento. Un lugar en el mundo que estalla en pasos, se expande y renace en nuestras manos. El había una vez es presente del indicativo, se hace llamar futuro porque espera por nosotros, lava su cuerpo en aguas cálidas que caen, incesantemente, sobre un vendaval de besos que empezó cuando nos negamos el porvenir y parimos una ilusión atravesada por una línea difusa que nos encontró cruzándola para llegar a nuestros días.
Y nació algo más que un número, fue el momento de sumar para ser millones, de acontecer como un suceso que representara algo más que uno. 
Nos fuimos volviendo dos, el siempre indivisible átomo del amor, el que atraviesa latitudes enteras para llegar, porque todo llega y nosotros llegamos siempre, porque siempre es persistir, negar la existencia del no, con un si que represente este escenario donde la realidad y el tiempo se encuentran y suceden.
Son las noches de ensueño, los días de encanto y el resonar de los latidos que dicta el corazón cuando las mañanas nos abrazan abrazados.
Tenemos un porvenir en las manos, un epílogo colmado, una quimera realizable, porque elegirse es buscarse y nosotros no dejamos de elegirnos buscándonos.
Hubo noches donde te necesité más que nunca, hubo días en que pronuncié tu nombre hasta llegar a Dios, hubo mañanas en que desayuné tu voz para poder sonreír. Tengo la fortuna de tenerte, de tenernos, de tener un camino, una ilusión, un proyecto.
Haberte encontrado es realizar todo lo que un hombre enamorado podría imaginar. Mi nombre y tu nombre se aman, se llaman, se miran. Tu nombre es el nombre del amor que siempre dibujé, el nombre que anhela quien se inspira en él para plasmar un puñado de líneas.
A veces soy infantil, orgulloso, otras nos desencontramos hasta que respiramos y el aire nos deja flotar locamente, como dos gotas en el vacío. No es intencional, apenas estoy aprendiendo a entender que eso se llama inmensidad y que se compone de extrañarte a cada segundo.
Que despierte la ciudad y sepa que la fuerza vital es el amor que nos conmueve y nos invita a vivir el romance de los amantes que yacen en el lecho celestial, en el horizonte claro y en la sutil metáfora que dice que vos sos un beso, una nube blanca o un simple caudal de flores sobrevolando los pasos que tuve que dar para encontrarte.
Y vendrán el compromiso, el casamiento, la casa, todo junto para desafiar a un universo que desconoce lo que es amar porque tardamos en cerrar los ojos y ver que estábamos ahí, a un suspiro de ser lo que somos.
Porque uno más uno es nuestro paseo por el mundo y ser dos no es aritmética ni álgebra, sino la proporción justa de un cuento que quiero inmortalizar.
Dame otro beso, uno más, no importa si no querés... con uno alcanza para sentir que vivir es recordar que estás acá y yo adentro tuyo, aferrándome a vos para no volver a despertar.

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