viernes, 17 de octubre de 2014

Capítulo 22 “Amor cuatrimestral”



Hay miles de caminos que conducen a la felicidad, los hay sinuosos, los hay rectos, los hay duros, calmos, silenciosos, grises… hay miles de caminos.
Supe, alguna vez, transitar alguno de ellos, supe otras veces, perderme y no ubicarlos, pero lo importante, siempre fue caminar para encontrar algún camino que me condujera hasta vos… hoy puedo afirmar que estoy acá y reírme, a carcajadas, por encontrarme así, en este lugar.
Y, a veces, es preguntarme, con entusiasmo, si puede ser real, si puede durar eternamente o si, simplemente, es necesario un intenso pellizco, para comprender que existe.
Los amores nos conmueven y estar conmovido es un estado ideal, donde vos y yo jugamos a volvernos vulnerables ante lo que es hermoso y se refleja en el agua húmeda de unos ojos que me indican un rumbo lleno de precisiones.
Cada vez que respiro, cada vez que imploro, cada vez que mi aire se corta y recurro a vos, surge el efecto de extrañarte con la misma sinceridad que extraño al tiempo en que te imaginaba, desnuda, nadando en la profundidad de mi respiración.
Todo el tiempo es una figura que emerge de mis sueños, de los tuyos, de esa delgada línea que nos permite caminar juntos sobre ella, sin advertir que estamos amando y amándonos sin advertir que esa línea existe y que no condiciona, para nada, nuestro reencuentro cotidiano, cuando el sol se despereza y la luna se mece en colchones blancos para dormitarse.
Yo sé que quedan mil capítulos para contarte y que la urgencia a veces, habla más rápido que el lenguaje mismo…
Alguna vez quise la compañía y el calor de tu piel compañera, abrazando mi cansancio mundano.
Parecía definitiva mi infantil decisión de cerrar las puertas, aunque siempre Dios ilumine o tenga intenciones de dejarnos amar.
Y te encontré… te encontré flotante, en medio de una atmósfera peronista, caminando entre puñados, sueltos, de militantes, de mujeres, a vos… compañera, mujer y amor… chinita, petisa y Quemera.
Entonces todo empezó a hacerse posible, desde vivir y sentir hasta llorar y escribirte. Nada parecía certero hasta entonces, aunque los latidos cambiaban el ritmo, cantando alegremente, villancicos de diciembre en otoño.
Y eso de sentir el amor por la Patria, se tradujo en amor hacia el lugar donde nos vimos y, a la vez, sin darme cuenta, en amor hacia vos, que sos el motivo urgente, de estas líneas sin sentido.
Nos dijimos mucho, apenas la voz, la mirada y el destino… Nos encontramos, coincidimos alguna vez, nos perdimos, nos reencontramos, mucho dijimos, poco hablamos. Unas veces mucho, otras poquito, otras nada… ya éramos, ya caminábamos, ya sentíamos.
Y pasó un mes, otro mes y otro mes… muchas horas, miles de minutos y millones de segundos.
Aprendimos a recrearnos, a conocernos, a pedirle a Dios que todo siguiera su curso, sin penas, sin nubes en el cielo, resplandecientes, vitales, etéreos, un vaivén entre cometas, un sublime misterio, una noche de amor, una montaña en silencio, un cartel en la ventana, un mate al nacer el día, un color en la oscuridad, un ramillete de segundos en alguna esquina, un grito perdido en el espacio, una gota de agua en el tiempo, un rayo de sol de domingo, un picnic cargado de apuntes, una cena elegante en tu mesa, un trago de alcohol lluvioso, un cigarro relajado desnudos, un beso ruidoso bajo el frío invernal, un baño de estrellas sobre nuestros cuerpos, una carta, un mensaje, una canción… un álbum de fotos imaginario.
Dicen los nostálgicos, que los días más felices siempre fueron peronistas… le agrego mis días con vos, los que titulan este amor peronista, que hoy se hizo cuatrimestral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR COMENTAR... TE GANASTE UN PREMIO.