martes, 20 de diciembre de 2016

Capítulo 40 "Al partir"

El tiempo se tiñó de colores casi inesperadamente, se colmó de gracia y nos premió con la espera, que nos dio una bienvenida acorde a lo que estábamos aguardando y que significó algo más que un simple paso. Tuvimos en nuestras manos todos los verbos, los tiempos y los modos, casi un lugar entero donde acostarnos a contemplar el mundo sin temor a sufrir esa repentinas embestidas temporales. No fue igual la ciudad después de vos, tampoco las veredas y las esquinas, en cada lugar donde estuvimos quedó la marca del periplo que iniciamos y el fuego del amor encendido con la intensidad de esos abrazos que exprimen los cuerpos radiantes de júbilo.
Alguna vez soñé, repetidamente con esto, otras con viajar con vos y escuchar un disco de Pez que hable de nosotros, ahora sueño con que nos quedemos acá, jugando a inventar y reinventar el romance de los que sienten con el alma.
Y quizás venga el tiempo de ser la unidad central de todo lo que convierte en resurrección, lo que escribió un pasado de desencuentros y casualidades, tal vez cerrar los ojos sea el punto de encuentro, para comenzar a soñar el sueño de llegar mucho más allá de este horizonte que vemos tomados de la mano.
Llegó el momento de volver y estoy seguro que arrojaré un beso desnudo al aire para encontrarte, porque siempre es importante reencontrarme con vos y revivir al ritmo de los suspiros que alteran los latidos y encienden la atemporalidad, hasta que nos olvidamos que somos parte de un mundo, porque siempre terminamos de recrear un nuevo mundo.
Y afortunados, tal vez, nos sintamos cuando dejemos de ser una asíntota para volvernos un plano que redefina la geometría del amor simétrico, fueron temporadas de sueños enteros sin concretarse y es ahora, el momento de dejar atrás  la timidez y fundir los cuerpos en comunión etérea para dar el paso, decisivo, de los que se aman sin condiciones.
Enamorarse es una misión y este beso que dejé al partir, se quedó a buscarte en cada esquina, en casa segundo y en el calendario que pende de tu ventana.
Ahora nos toca compartir un día a día que conjugamos cada vez que el alba asoma y pronunciamos, en silencio, nuestros nombres con la misma intensidad que los apretamos contra el pecho cuando jugamos a que el amor nos sorprende en medio del azul que se esconde allá donde el horizonte nos invita a seguir soñando.
Y voy a viajar alrededor del mundo todos los días de mi vida, si al final de la noche el tiempo me regala un segundo más en tus ojos encendidos en la habitación a oscuras, mientras me baño con tu piel y liberamos el azar al aire bajo una constelación de imaginarias fotografías que adornan una velada inolvidable. Entonces recojo ese beso que solté y lo multiplico, arrojo todo sobre vos y empiezo a envolver tu cuerpo en breves sonetos que no dicen nada pero dicen todo de vos.
Estpa naciendo un nuevo día y la desnudez es una postal en una cama que hace de hoja donde nuestras voces escriben epístolas al futuro que está ahí, expectante, aguardando por la llegada de ese beso que dejé volar al partir.
Es la sencillez de una lluvia que nos moja, la ternura de un paseo por Buenos Aires infinita o un abrazo en alguna esquina eseprando que el tiempo se detenga.
Kilómetros o años luz, no importa la unidad... Vinimos para quedarnos.

martes, 29 de noviembre de 2016

Capítulo 39 "Verbo"

Verano en primavera tardía. Hubo un tiempo en que fui hermoso como una canción popular que recordaba lo mismo que yo. Todo casi sin querer se vistió de fiesta y, en un infinitésimo, comenzó a vestirse de nosotros, como esa lluvia que baña historias pretéritas y las vuelve futuro perfecto en presente subjuntivo. 
No existe tiempo o modo que explique con precisión lo que significa tanto y tanto somos que podríamos ahogarnos entre las miserias y los tormentos de un mundo que no sabe hablar el idioma del amor como nuestras miradas que vinieron a encontrarse entre multitudes de mortales, para volver inmortal este romance nuestro.
Y hay canciones, caminatas y un abrazo que aguarda en cada esquina para sorprendernos, es misterioso y tiene sabor a almizcle, color y reencuentro anhelado, como esa ficción que espera concretarse cuando terminemos de escribirla y darle vida cuando un beso tuyo muera y resucite en mi boca deseosa de pronunciar tu nombre antes de partir a esperarte en otra vida.
Decidimos que fuera domingo, que fuera cuando el miedo dejara de apoderarse de nuestros cuerpos, vinimos para quedarnos a cuidarnos y ganarle la guerra al tiempo.  A veces funcionar se trata de dejar atrás lo acontecido para hacerlo acontecer y en nuestro horizonte asoma lo que sucederá, debajo de esa tormenta que empieza a marcharse.
Ya se fueron las últimas luces, la calle está desierta y respira lo que dejamos escrito en esa bifurcación oscura, donde empezamos a aprender a caminar hacia el lugar donde nos hagamos felices.
Tengo la dulce certeza de saber adonde me encuentro y puedo explicarle a mis interrogantes los porqué de tanta causalidad y conexión... quisimos alejarnos para dejar que todo lloviera con la misma intensidad con la que te abrazo hasta dejarte suspendida sobre una metáfora que nace de todas las veces que le conté de vos a mis bostezos nocturnos.
Y quiero decirle a mis sueños que no te dejen ir, para que vos me dejes entrar en los tuyos, llevarte un beso y un mate para desayunar, un cuento y una caricia antes de irte a dormir, un paseo por la Costanera o una cena de aniversario, ser el día de tu cumpleaños y la calma de una brisa helada en un día caluroso, un diez en tu examen más difícil o un billete perdido en algún bolsillo, la canción que más te guste o un helado de chocolate y limón antes de la llegada del otoño. Ser todo lo que pueda ser para que no te falte una sonrisa en tus días menos felices y el desahogo de tu malhumor cuando la bronca te impida reírte a carcajadas.
No tengo mucho para pedir, porque tengo los pies sobre la tierra pero el alma flotando en una galaxia que escondí en las tardes de lluvia de abril pintado de gris, cuando no me animaba a contarte que llegar a tu corazón es el verbo que inventé para pedirte que no te vayas nunca de mis ganas de suspirar tu nombre todos mis días y mis noches. Tengo, apenas, una vida con aciertos y errores para construir un camino que me lleve a encontrarme con vos al final del camino, tal vez un piano o un ramillete de jazmines, aire para seguir respirando o la sencillez de encontrarme junto a vos mirando las estrellas en algún inhóspito lugar.
No hay recetas ni razones, tan sólo una hermosa coincidencia que atestigua todo lo que significa ir y venir para dejar que el amor llame a nuestra puerta y nos lleve a amar el simple hecho de amarnos con sinceridad.
Está en nuestras manos que se enamoran cuando, con el correr de los días, se vuelven a fundir... está en tus manos que llenan de música las mías y en las mías que llenan de poesía las tuyas.
No estamos solos... estamos vos y yo, estamos todos.

martes, 22 de noviembre de 2016

Capítulo 38 "Acompañarse"

Alguna vez sentí que caminar era inercia cotidiana, una rutina de rara génesis, un segundo de quietud en movimiento. A menudo intenté encontrarte en algún punto donde nos pudiéramos cruzar, nuevamente, y entender que los encuentros no son casuales, como tampoco los reencuentros. Y sentí frío, temí por empezar a olvidarme que, siempre, existe un motivo para seguir andando.
Pasó el tiempo, crecimos y las creencias se hicieron una creación inmaculada, trascendente, almibarada. Vos en tu caminata y yo caminando en vos, todo un axioma de colores y estaciones, la música sonando y resonando mientras nos mirábamos en la oscuridad y el desasosiego. Mil veces quise decirte todo sin decirte nada, contemplarte con entusiasmo al compás de alguna melodía que te sonriera. 
Se trataba de compartir, de acompañarnos a acompañarnos, trazando puntos de encuentro que terminaran convirtiéndose en líneas y paisajes donde nuestra huella fuese una fiesta cada día. Las hojas del almanaque iban a caer, al fin y al cabo, cuando decidiéramos dar un paso sin oponer nuestras direcciones.
Cuando quisimos dejar de estar ausentes nació el acompañarse y comprender que, a pesar de no tener idea lo que es besar en la boca al amor, poder envolvernos en una mirada es suficiente para estar seguros de no estar solos en un mundo de soledades y solitarios. Ahora puede resultar y estamos deseando que sea diferente.
Puede haber mucho, poco o nada, lo importante es que ese mucho, poco o nada termine siendo todo y ese todo sea vos y yo en una ciudad que nos abre sus brazos. Ahora nos tenemos, te tengo y me tenés porque tenés todo lo que quiero ser al reflejarme. La calle y el parque, el escenario y la voz, las manos y el tiempo, el ayer y el mañana, todo envuelto en el hoy, en la mañana, en la necesidad de seguir siendo necesarios como la risa, el agua y el pan, como el amor, la fe y la respiración, como el arte, la imagen y la sorpresa.
Tengo un sueño pendiente, un paisaje por donde se dejan caer, por una cascada infinita, los sueños de los que sueñan sin intención de cumplir los sueños, los que aman al miedo y se acobardan cuando la noche los abraza.
Nosotros somos el abrazo que abraza a la noche naciente, el saber que ya no estás sola y que nos importamos, que nos cuidamos como la lluvia cuida a la tormenta que la deja nacer o como las sombras cuidan al sol que las deja ser.
Hay sorpresas y destinos, hay música y canciones, hay tinta en mi pluma para contarle a Mamá que viniste a cuidarme.
Te agradezco, te agradezco siempre por revivirme, por mirarme con sinceridad y por mostrarme que la sonrisa dibuja el contorno del alma.
Nos queda todo porque vinimos a quedarnos... Me queda tiempo, nos queda vida, me quedo acá.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Capítulo 37 "Imposible"

Alguna vez me contaron, cuando era un niño, que lo que se imagina es realizable. Desde ese momento, empecé a entender que soñar era algo más que un simple desafío y que se trataba, más bien, de aprender a dibujar quimeras, de otorgarles un manto de color importante, para afrontar el devenir.
La niñez me encontró preguntón y curioso. Frecuentemente solía interrogar a mi madre acerca de las cosas que no se entienden, la respuesta era una caricia en la cabeza y un premonitorio: Ya lo entenderás.
Y tuve que entenderlo cuando los años empezaron a desatar nudos impensados, destrabar caminos y colmar de palabras mi voz ausente. Entonces nació la vida y con ella llegaron las vicisitude, una brújula desorientada que marcaba un norte lejano, una sintonía delicada que se abría paso entre los recuerdos que afloraban desde el inconsciente de mi flamante vida. Alguna vez me quedé infinitas horas pensando ese mundo que, sin darse cuenta, nacería de tu llegada.
Me tocó jugar con la intensidad que juega el niño que empieza a coronarse como universo, no sin antes pasar por la etapa de polvo cósmico, ilusión del amor entre padres o reflejo menguado de un lugar colmado de expectativas.
 Todo parece enorme cuando somos apenas el comienzo de un album de fotografías, prevalece la finitud y el desencanto con la inocencia que reina, inmaculada, en nuestros días, mientras lo extraño se vuelve tangible y lo cierto se transmuta sin sentido.
La posibilidad de sobrevivir era impensada, la ingenuidad era colosal y el corazón vibraba como carnaval de mareas que azotan la noche calma.
Podíamos volvernos, lentamente, canción, imperativo categórico o la génesis de un remedio para los males del planeta tierra... no nos volvimos nada porque la atemporalidad cruel escondió las agujas del tiempo y la noche se inició, eternamente, provocando un desencuentro falaz.
Nuestras historias fueron una varieté de sucesos inesperados, un puñado de vocablos incomprensibles, una montaña de canciones sin ton ni son... el final era un comienzo, un epílogo de finales cercanos que contenían el calendario del romance por concretarse y una llave que conducía hasta la puerta de lo imposible.
Me quedé perdido en la imaginación, en el anhelo de poder otorgarle vida a un par de ojos que me ahogaran en una mirada rebalsada de versos, métricas y aroma a punto de encuentro y partida.
Entonces comprendí que, muchos años después. estaba dando un paso que se asemejaba a caminar hasta vos y me encontró vacilante, en la noche de Palermo, mientras los astros cenaban a la luz de las velas, durante un invierno que simulaba marcharse para que llegara una primavera que solo nuestras manos sentían. Todo eso y la música nos recordaron que éramos un inicio, un plano en el espacio exterior o un pentagrama donde la melodía sonaba a recuerdo y a presente.
Nuestros octubres cargados de melancolía y un bandoneón dibujando un tango en la fervorosa Buenos Aires, todo eso y un todo extra largo para nosotros dos, trasladado a un sábado en que encendimos la llama de los cuerpos fundidos en un paseo interminable.
Hoy quiero que seas mi novela inédita, mi retrato en tu piel, la historia que le cuentes a tu almohada antes de caer dormida en mi lista de deseos, un te quiero azucarado, mi reina de corazones en un tablero de ajedrez o el agua que caiga, tardía y candente, sobre mi cuerpo suspendido en el falso estío que se aproxima... luna entera en noviembre escondido, un billete de mil en mi cuenta en el sol y mi nombre flotando en tu dicción.
En puntos suspendidos sobre una hoja en blanco, elevo mi enésima plegaria, doblo una carta que alguna vez quise darte y te beso la frente mientras aguardo, con la ansiedad de aquel niño curioso, que volvamos a vernos para reafirmar que lo único imposible es perdernos.
Madrugada de miércoles, cuando las nubes anuncian un verano tardío y un futuro venidero, porque ahí te seguiré esperando.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Capítulo 36 "Casi tanto"

Incompleto se presenta el presente, se relativiza y extorsiona al reloj, que no muestra las agujas porque viaja a otra velocidad. Se entretiene y miente como la verdad que no nos deja creer todo lo que sucede.
Tengo una certeza, parcial, que me limpia el camino y deja que se asome la nueva ola en la que viajan las fotografías, sepiadas, de una historia que empezó a transitar un desenlace visible.
En el sobre quedan misivas y relatos, con desenfreno, sin pausas, atravesado todo por el vértigo de ese vestigio que se empezó a coronar una noche de abril en una esquina colmada de personas, cuando te pisé y te bañé con cerveza y te enojaste, un lugar vacío de colores pero constelado por una multitud de miradas que no se avergonzaban.
Ella enamora lo que descansa en sus manos, lo tienta y lo sensibiliza, le otorga vitalidad, lo mata y lo resucita, lo inmortaliza y lo reconstruye, lo reescribe y lo viste de prosa asombrosa.
Si me dolerá? Por supuesto que no... Un corazón roto tiene la facilidad de doler o cicatrizar y volver a andar como esa moneda que es arrojada al aire y queda repiqueteando cuando el azar desnuda un final imprevisible. 
Tal vez los ojos quieran permanecer vendados, las fantasías favorecen a la deconstrucción del ideal de mundo que pretendemos. Se trata de no vacilar cuando llega el momento de desprendernos del temor, fueron muchos años guardando, fue mucho esfuerzo en poner a funcionar el corazón una vez más.
Todo renace, lo que quedó suspendido en la nada se volvió totalidad como esa complicidad que nos deja reencontrarnos, los silencios son esferas que adornan el espacio exterior, planetas imaginarios que se elevan sobre nuestras cabezas llenas de interrogantes, un mundo donde crear para creer, donde los desencuentros se han marchado y las manos se cortejan con timidez.
Vos y yo vestidos de metáfora para celebrar la ausencia de esos besos que volvieron para quedarse e inauguraron el tiempo de valientes, una madrugada de domingo en que Palermo nos dijo que era hora de  iniciarlo.
Y quiero que deseemos ser una combinación de átomos indestructible, un libro de Prèvert inédito o una epopeya contada en nombre del amor... ese casi hecho tanto y ese tanto hecho todo, una historia leída por alguna voz inmaculada en un paisaje dibujado por mí para vos, que me regalás un mar infinito cuando abrís los ojos y encendés el reloj que late cada vez que suspiro tu nombre que acobija mi nombre.
Que todo quede guardado dentro nuestro, cuando la noche se haga muy noche y el día siga durmiendo en noches colmadas de paseos, miradas y besos.
Que me queden vacías las palabras para decirte y tenga que inventar nuevos universos donde irnos a amar... que venga con vos, que quede en nosotros, que sea nuestro para que sea casi tanto como siempre.

martes, 13 de septiembre de 2016

Capítulo 35 "Negro azabache"

La calma y el asombro en un almanaque lleno de fechas y vacío de sucesos. Encontrarnos fue sencillo, la tardanza fue apenas un desacierto estacional de Dios cuando se olvidó que los amores están hechos para nacer y perdurar hasta que cambian de nombre o de persona.
Hubo noches en que necesité un abrazo casi tanto o más que el oxígeno, estirar los brazos y bailar con el silencio fue un suicidio inducido, un flash oscuro, una fotografía de Londres lluviosa... Me quedé resucitando sin efecto, en el año de la muerte me dediqué a reconstruir los lazos con lo abandonado, lo no visto o lo no descubierto.
No sé si cuento con el don de poder domar la voluntad de los corazones, pero tal vez haya aprendido a recomponer y calibrar los latidos que me otorgan la oportunidad de seguir viviendo.
Vos, párrafo que vino a contarme que la vida no tiene fin cuando amar es un verbo de carne y hueso, sos el color que contagia a la noche, que baña con metáforas ese cielo indigente de constelaciones, cuya piel es el reflejo de tu piel y hecha inmensidad en el afuera, donde te volvés galaxia y yo apenas represento algún astro que vive en tu infinita vastedad.
Me caí, el golpe fue feroz, un desengaño lleno de destino escrito. Lo hice con sinceridad a pesar del vuelto, la sangre derramada y el llanto nocturno, el baño de realidad y lo real bailando danzas asesinas, tu elección y mi derrota asumida, el sol, las nubes y los campos.
El renacer inesperado, levantarse a ver el alba y someter el cuerpo a la dinámica de destruir para empezar... una sinergia audaz y sincera, un encuentro ansiado y la música como laberinto donde iniciamos la historia de los niños que siembran el amor verdadero, el trascendente, el impersonal.
 Había un tiempo preciso marcado en el calendario, una decisión para plasmar, un torbellino de hojas que se llevo el otoño y me dejó un invierno envuelto en tu abrazo tan cálido como ese verano que nos encontró pensándonos pero desencontrados.
Entonces nos volvimos un viaje, una canción, una epístola, un regalo, un gusto por lo mismo. Tan reflejo y tan empáticos como tu voz y mi voz pronunciando el nombre de esta historia.
Somos un singular con más de un gen, atravesados por esas ganas de decirnos todo y no dejar de sonreir aunque sea con recuerdos inútiles, con ilusiones difusas o con algún recital que nos deje sentir lo mismo, al menos por un segundo.
Sé que viniste porque vas a venir todo el tiempo, como yo fui y seguiré yendo todo el tiempo, con la claridad de un tintero desangrado por haber inyectado plasma en hojas pálidas y vírgenes.
Hay un vendaval y un paisaje bajo el agua que cae sin cesar y con la violencia que se derrama sobre cuerpos vestidos de rencor.
Ahora tus manos, tus colores uniformes y ese encuentro cotidiano con nosotros hechos un abrazo sanador y tridimensional que da nacimiento a una cuarta dimensión.
 Las flores de mayo que migran en septiembre y bocetan sobre el lienzo un negro azabache que vino a llenar de cosquillas mi ventana, cuando más tonos quiero contemplar y ese trazo es un preludio que se corona en tardes de domingo y merienda por venir.
Que venga con vos, que vaya adonde me lleves, que sea hoy, mañana y siempre.

martes, 19 de abril de 2016

Capítulo 34 "Las canciones"

Va a ser frío el invierno, extenso el otoño y lejana la primavera, de ahora en más habrán ausencias estacionales. No lo esperaba nadie, no lo esperaba mi corazón, sucedió así sin aviso previo, con la sorpresa latente que aguarda ahí, donde no llegamos a pesar de haberlo intentado.
Todo me queda lejos, allá por ese mismo tiempo, cuando eras inalcanzable, como hoy, como ahora, mientras la luz es incandescente, certera, actual. Estoy acá, atónito, confundido, descubriendo una nueva verdad, una epifanía que disfrazara este rato de empezar a entender como es todo al fin.
Tengo un menú de canciones a la carta, voy a escucharlas a todas, para amenizar el momento y la declamación mental de esa poesía que nunca te leí, para facilitar el ocaso y la ambigüedad reinante.
Debo confesarte que se me fue el alma del cuerpo, frágil inestabilidad perpetua, la inversa de la inmaculación, el cálculo impreciso, el destello de mi canto afónico de tanto gritar tu nombre al viento. Todo pasó con rapidez, con sopor, colmado de expectativas invisibles.
No sé que hacer con tanta falta de vos, con tanto rastro tuyo dibujado en el cuarto, te extraño con la misma ternura de mis ojos llenos de vos, de mis manos rebosantes de gloria, de verbos, de notas y bailes. La música está perdida sin tu presencia... mi vida también.
Voy a impedir que la vida se convierta en un paisaje desolado, pues los viajes cambian y nosotros cambiamos mientras viajamos. Todo este tiempo fue una colección de epístolas, de estados de ánimo que nos fueron transformando en historias, en sucesos, en vacilaciones.
Y aún hay mil rumbos por construir, mil diluvios que atravesar, mil historias por contar y siempre con nosotros como centro del escenario.
Nunca sabemos, en forma certera, lo que significa el dolor; algunos son dolores que duelen permanente, otros son dolores corporales y hay dolores que se sienten al unísono. Nos tocó perdernos, desencontrarnos, padecer la dejadez y el desasosiego. Tuve miedo, claro que lo tuve, ni siquiera podía entender las causas, todo fue inesperado y caótico.
Quise hacerlo bien, juro que quise hacerlo bien, lo hice lo mejor que pude... Sé como es, pero no siempre es igual y lo único que quería era abrazarte mientras me abrazabas y nos volvíamos el abrazo universal.
Te amé con la profundidad que se ama al primer amor, con la intensidad que se ama el primer esbozo de claridad que contemplamos cuando la vida se nos presenta de cuerpo entero, eras algo más que un tiempo verbal, eras la musicalidad de la conjugación perfecta, el espacio celestial decorado con la imagen de la avenida más ancha del mundo y yo revoleándote por los aires mientras te amaba más que Buenos Aires.
Vagué por los más recónditos rincones, por la sinuosa posibilidad de poder encontrarte y escribir, con mi voz, tu nombre de mártir.
Quizá no resulte ser tan ideal, apenas represento un infinitésimo de la vastedad humana que resplandece en un mundo donde no existen los ideales y donde mi ideal es el peronismo, mi madre y el amor que por vos siento desde que Dios me bendijo con tu presencia.
Nunca es suficiente amor mío, nunca va a alcanzar el tiempo porque las tiranías son inexorables y el tirano se cuenta en diferentes unidades que nos persiguen sin tregua. Es probable que los sucesos no quieran concretarse, no hay lógica cuando el lugar que nos acobija, es una disputa continua entre mortales.
Pero también hay otro lugar, ambos sabemos de su existencia porque es nuestra creación y está ahí, donde el mar y el cielo trazan una línea interminable y adonde le prometí a tu papá, que te llevaría.
Es extensa y silenciosa la ruta que nos conduce hasta allá, te estoy invitando mientras te doy la mano.
Todo se parece a un cancionero, a un arbol de cerezas o a un continuo ir y venir, no sabemos hacia donde vamos, aunque el camino señala destinos.
No existen recetas ni palabras, solo presencias y calma, nadie dijo que era sencillo y que sanaría inmediatamente. No está en los planes de nadie verse invadido por la pena que hace funcionar al mundo, me tenés acá siempre.

sábado, 27 de febrero de 2016

Capítulo 33 "Cuidarte"

Caen multitudes de arenas en un reloj que plasma la hora del desencuentro, el tedio y la agonía. Una novela de Joyce pululando por los rincones de la casa, un remanso entre tantas noches ausentes, una calamidad que aprieta mi pellejo colmado de palabras que eligen el encierro. Alguien me dijo, alguna vez, que la soledad es un momento que dura para siempre y se cura con metáforas, quizás haya estado parado sobre la certidumbre del almanaque y el pasado me sorprendió jugando a favor tuyo.
Un cuidadoso descuido que hace ruido e invoca figuras amorfas, con cara de revancha o de retorno, no supe hacerme entender cuando hablaba en silencio. Me dije cosas entre una cortina de contradicciones, me interrogué en demasía y enterré toda mi mejor versión en un cuerpo lejano.
Para qué escribimos si todo está en su preciso lugar?.
No sé aprender a cuidar porque vivo en el caos de la contingencia y el desorden de las prioridades, probablemente entienda, al fin y al cabo, que se trata de quemar cada hoja que nos provoca confusiones retardantes. Hoy no es una noche ni un día, es un tiempo que no se mide, apenas se contempla, podría enumerar mil motivos, pero aprendí de Borges a omitir cualquier tipo de enumeración, de otro modo estaría bifurcando los caminos de lo asombroso y lo exacto y, en este instante, sólo quiero confluir en ese punto donde la aritmética y la geometría copulan hasta darte forma.
Forma de ternura, de entereza, de compañera, de abrazo y de beso, de risa, de cuadro de Van Gogh, de invierno a las seis de la tarde, de mate por la mañana, de atemporalidad, de precipicio, de regalo, de vaso con agua, de cigarrillo, de gripe o angina, de amor de mis días, de intención de serlo para toda la vida.
Y aunque intenté no caer en la torpeza de la enumeración, la porfía me condujo a contarte que te veo en mil formas que conviven conmigo porque son parte de mí y resucitan cada vez que abro ese lugar especial que guarda todos los recuerdos.
Que todo sea por un segundo más al menos, por lo que existe y lo que no, porque nos hablen los momentos que se amontonaron y los que vayan a surgir de nuestros cuerpos fundidos, que la calle se colme de nuestros pasos dibujando un camino nuevo, todo lo demás será un eslabón o un punto en ese ajuar donde quiero descansar, junto a vos, de un mundo tan malo.
Dónde me encuentro yo? En tu morada, intentando restablecer el origen de lo que nos hizo materia y forma, elucubrando nuevas sensaciones para poder contarte que estamos vivos y que el milagro de vivir enamorado es nuestro galeón cruzando los océanos estelares.
Algún desorientado no comprenderá el sentido de estas líneas llenas de sinsentido, ya que tengo bien claro que perseguir utopías no es momentáneo, sino un ejercicio que se practica desde el despertar hasta el próximo despertar.
Se tratará, de ahora en más, de jugar a ser actores en el universo de lo imaginario, de lo ficticio, se tratará de torcer las latitudes en sentido antihorario y de emborracharse hasta que la respiración diga basta.
Será cuidarte por el mero hecho de hacerlo y será hasta llegar a Dios.