lunes, 14 de julio de 2014

Capítulo 10 “Mes a mes”

"No te estaba buscando después de todo, ni te estaba olvidando, al contrario puedo ponerme a pensar, de cualquier modo y estoy lejos también... nose si estas acá o en otro lado, pero que raro como te estoy sintiendo..."
Rosario Bléfari de "El camino"



Todo es, al mismo tiempo, un enlace de diferentes momentos que nos detienen, frente al mar, para mirarnos la cara en él. Cuatro semanas, treinta días, setecientas veinte horas, cuarenta y tres mil doscientos minutos, dos millones quinientos noventa y dos mil segundos, es el equivalente a un amor que acaba de dar sus primeros pasos y pronunció su primera palabra, cuando dijo nosotros.
Es, apenas, un mes… un mes donde nada nos dijimos y todo nos animamos a sentir, un recorrido asombroso, por el cenit estelar de los momentos que se amontonan como cristales de nieve en la punta de una montaña de colosal altura y, en su punto máximo, deja descansar el secreto que guardamos. Podrán pasar mil cosas y mil más, la trascendencia se hizo carne cuando probé el sabor de tu piel y decidí no despedirme, nunca más, de ese beso que nos inmortalizó en un Caballito lluvioso, lleno de los dos, tímidamente risueño, que respira nuestro encuentro y renueva los encantos de las tardes azules.
Y el efecto es ascendente y descendente, armónico y dulce, elocuente y cariñoso… todo cabe en dos corazones que bailan al compás del sentimiento puro, pasional, espontáneo.
Y pasó la tarde calurosa entre las multitudes, donde descubrí que el amor se parecía a vos, el abrazo en la avenida más ancha del mundo, cuando tu voz me dijo algo, el azar de bajarte de un tren y que mi abrazo se reinventara en tu humanidad llena de un sol, que bañaba la estación Saenz Peña de estación primaveral… y no fuimos nada, porque ya éramos todo, una totalidad imperceptible, un dejo de ensueño que gratificaba el paisaje inmaculado, de una tarde colmada de inmensidad.
Fue Pez un sábado, fueron los nervios de tener que verte inalcanzable, lejana, floreciente como el fin del invierno que empezaba a nacer de nuestros cuerpos repletos de verano.
Fue mi timidez o tu mirada, mis manos o tu cielo, mi historia y tu sangre… era el amor desnudo, infinito, a punto de estallar y de volver a unificarse en un reencuentro inmejorable.
Fue extrañarte en demasía, obtener la miel de tu vientre, la tinta de tus cabellos o el temor de no poder decirte nada que te hiciera llegar hasta el lugar donde más feliz te sintieras.
Fue todo esto y lo demás, el sueño, las nubes y el amasijo de una fábula latiendo en tu pecho…
Fue pedirle la muerte a Dios por un segundo en tu alma, por ser una porción, ínfima, de esa bocanada de aire que vivir te hiciera, por un roce con mis labios rebalsando de tu nombre. Entrar en tu cuerpo para contarle mis sueños, dormir en tu almohada para leerte historias sin finales o imaginarte, a vos, suspendida en mi ventana, cuando los amaneceres empezaban a ausentarse.
Noches y días, años y meses, siglos y vidas enteras con el rumbo buscando encontrarte, para coronar nuestros días y confesarte que la vida es amar, una vez que entendemos que el amor se halla en la ilusión de encontrar a quien nos llena de vida.
Y parece mínima la cifra, si contamos un mes, cuatro semanas o treinta días, pero se agiganta si, durante ese lapso de tiempo, el amor fue una excursión, inolvidable, hacia el centro de tu vida, envuelta de veranos, diluvios y melodías.
Puede durar o perecer, puede existir o parecer, puede llegar o irse, pero es amor y es nuestra huella en la historia de un mundo lleno de historias anónimas… Es resignificar el beso en los sillones, la luz de las velas y el cosquilleo de las palabras, es invadir las estrellas, revelar la fotografía del tiempo y trepidar al verte llegar.
Es mes, hasta que se vista de meses enteros, años interminables y le otorgue, al final del camino, el retrato de un amor multiplicado por vidas enteras que crezcan en tu jardín y me digan, cuando la vida nos lleve de viaje a otra vida, que son el reflejo de una casualidad que Dios quiso que aconteciera.
Por todos los lugares, por todos los momentos y por todos los amores que vivamos mes a mes… hasta volver a abrir los ojos en tus ojos.

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